Acá en El Salvador no celebramos el Día de Reyes como lo hacen en otros lugares, compartiendo regalos o comiendo la rosca, así que para muchos no reviste una característica especial. Me incluyo en esa lista. De ahí mi sorpresa cuando descubrí que Los Reyes me habían dejado un precioso regalo en mi casilla de correo: un mensaje de una querida amiga, quien vive allende el Mar y de quien no sabía nada desde hace varios meses. Me lo mandó ayer domingo, pero lo leí hasta hoy por la mañana. Son pocas líneas, inspiradas, eso sí. Me alegra mucho saber de ella, aunque me cuente que se encuentra un poco enferma y debe quedarse en casa descansando mientras se recupera.
Ella sabe de este espacio y sé que pasa cada cierto tiempo por acá. Y eso no deja de producirme un poco de paz.
Definitivamente, es lo mejor que me ha pasado en este día.
Son hermosas esas sorpresas!
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