Muchas veces, más de las que yo quisiera, la memoria me juega pasadas, me hace recordar cosas que nunca sucedieron, re-escribir otras para que sean menos dolorosas para mi ego y mantener otras vívidas, no importa si son felices, tristes o dolorosas.
Del enfrentamiento con el siguiente texto de Gibran Khalil Gibran, recuerdo el lugar y el clima que hacía, pero ignoro la fecha y la hora. Recuerdo la edición del libro, en papel barato.
EL LOCO
Gibran Khalil Gibran
(1918)
Me preguntáis como me volví loco. Así sucedió:
Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:
-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!
Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:
-Miren! ¡Es un loco!
Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité:
-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!
Así fue que me convertí en un loco.
Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser.
Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.
Ante todo, recuerdo que el texto me conmovió y cuestionó profundamente. Desde ese momento he trabajado para ir botando, poco a poco las diferentes máscaras que hasta ese momento había acumulado , a veces una encima de otra, a veces intercambiándolas. ¿Llegaré a despojarme de ellas algún día? No lo sé. Sí me consta que he disfrutado en más de una vez de la luz directa del sol en mi rostro desnudo.
Categoría: Literatura
Es un texto sencillo y hermoso a un tiempo. Las máscaras son imposición de la sociedad en que vivimos, y es cierto que a quien no se pone sus máscarás, le tildan de loco. La pescadilla que se muerde la cola: la sociedad pretende que seamos de un modo, nosotros, si nos revelamos, somos castigados por la sociedad, así que llega un momento en quecogemos la máscara para protegernos de esa sociedad. Cuanto más conozco a los humanos, más quiero a los gatos...
ResponderBorrarÉowyn:
ResponderBorrarTienes razón, hay animales que tienen mayor sentimiento de fidelidad que muchos humanos que conozco.
He ido leyendo algunos de tus post y me he detenido en este.. quizás porque me ha parecido hermoso tu coraje. No he podido dejar de pensar, que la mayoría de las personas van encontrándose cada vez más cómodos ante la desnudez física, quizás porque se va normalizando su visión, sin embargo apenas hemos avanzado en desnudar nuestra alma, quizás irse quitando alguna máscara nos ofrezca ligereza al caminar, desnudar nuestra alma en público, puede dejar fuera de juego a más de un observador, pero creo que merece la pena correr el riesgo, en definitiva, la línea que separa la locura de la cordura es demasiado fina para que nos sirva de límite para acercarnos a nosotros mismos.
ResponderBorrarUn abrazo y bienvenido aldebarán
Brisa:
ResponderBorrarGracias por la visita y por el hermoso comentario.