Continúa Masferrer:
Asimismo, dondequiera que un hombre está fabricando un revólver, podrá decirse, y enorgullecerse, si es cruel y soberbio:
Este revólver que yo estoy fabricando con mis manos, lleva en sí la muerte. Adondequiera que lo lleven, irá con él una amenaza, un peligro de muerte. Quienquiera que lo use, no podrá usarlo sino para herir o matar. Un malvado o un justo, un adulto o un niño, un ignorante o un sabio, no podrán hallar en él otra cosa que sangre y muerte. Que lo disparen ellos o que lo disparen contra ellos; que sea de intención o por descuido, por malicia o por juego, para atacar o para defenderse, nadie dará con él ni recibirá de él sino la muerte.
Así es que yo, haciendo este revólver, son un sacerdote de la muerte; y si hay un Demonio o un Infierno que se complazca en el dolor, han de sentir que yo soy, como ellos, un creador de tristeza y de ruina: lo mismo que la peste, lo mismo que el ciclón y el terremoto, lo mismo que el naufragio, lo mismo que el hambre y el incendio.
¿Pensarán en esto los vendedores de armas? ¿Se les cruzará por la mente a todos los diputados que están en contra de restringir la portación de armas de fuego? ¿De veras habrán comprendido a Masferrer los diputados que lo ensalzan como un gran escritor salvadoreño y se sienten orgullosos de él, pero que en la vida práctica pareciera como que nunca lo hubieran leído?
Categorías: Reflexiones, Literatura, Masferrer
cuando alguien lleva un insulto en la boca es para soltarlo a la menor oportunidad y, con las armas pasa lo mismo.
ResponderBorrarSí, Odyseo. Según parece es más frecuente tener un desenlace mortal cuando la víctima porta un arma de fuego. Y tienes, como siempre, la razón: violencia verbal o física, toda proviene del mismo sitio.
ResponderBorrarPara profundizar, un artículo sobre la violencia con armas de fuego. Fue publicado en el año 2000, por el Instituto de Opinión Pública de la UCA de El Salvador