Recuerdo una historia que me contaron muchos meses atrás, como chiste, que trata sobre los punches salvadoreños (El punche es una variedad de cangrejo)
Anoche estuve escuchando en la radio, el programa "La bohemia" que transmite YSUCA, la estación de la Universidad Centroamericana y recordé la historia de los punches.
Entrevistaban a Rafael Menjívar Ochoa, autor de Tribulaciones y Asteriscos, quien además es director del proyecto de la Casa del Escritor. Lamentablemente sólo pude escuchar los últimos veinte minutos. Lo oí leer algunos de sus poemas, hablar de sus proyectos literarios y de la historia de la "Casa del escritor".
Según lo que recuerdo, el proyecto lleva un poco más de dos años, e inicialmente fue concebido como un sitio de encuentro de literatos, con miras a crear un gremio formal. Otras actividades complementarias serían talleres de escritura para poetas y prosistas, conferencias, etcétera. La gran mayoría de escritores reconocidos alabó el proyecto cuando sólo era una idea. Cuando arrancó, pues muy pocos de los que habían ofrecido a apoyarlo acudieron al nuevo espacio. Y otros, los menos, aportaron al crecimiento del proyecto. Eso es normal con toda empresa. En vista que la idea original no caminó, pues se han dedicado a fomentar los talleres de escritura, para formar a nuevos y jóvenes valores.
Lo siguiente que sucedió fue el surgimiento de críticas provenientes de personas que ni siquiera se han molestado en acercarse y conocer un poco el proyecto. Eso también es usual, pero no deja de molestarme.
No conozco la realidad de otros países, pero en este el arte está fuera de la carretera del "progreso". El partido en el gobierno durante los últimos 16 años le apuesta muy poco al fomento cultural. Hay avances, pero son escasos, aislados en tiempo y espacio. Esto puedo entenderlo porque al modelo económico sólo le interesa lo que se vuelve rentable desde el punto de vista monetario.
Lo que no logro comprender es la poca cohesión que tienen los artistas salvadoreños entre sí. Y esto me consta en especial de algunos pintores, escritores y músicos. Hay una frase que dice que una costurera no encuentra puntada buena en vestido hecho por manos ajenas. De esto me parece que muchos de nuestros artistas abusan.
Además, sé que la mayoría de seres humanos actuamos así, pero esperaba que los artistas salvadoreños fueran distintos, por ser sensibles, por ser especialistas en el humanismo y sobre todo porque conocen el medio agreste en donde les toca sobrevivir y producir su arte. Pero en esto parece que se comportan como cualquier hijo de vecino, o como los punches de la historia
Ahora bien, no todos los artistas siguen ese patrón. Sé que hay un grupo de poetas que recaudan plata y la ponen en común, esperando su turno para financiar entre todas/os sus propias publicaciones. Además hay grupos como la fundación Alkimia, que busca ser un espacio para los poetas o el caso arriba citado, la "Casa del escritor".
Por último, deseo felicitar a Rafael en su esfuerzo de crear los talleres literarios. Además, le aviso que llegaré a visitarlo un fin de semana, en un futuro muy cercano.
Estaba un vendedor de punches en su puesto del mercado, con varias ollas en el suelo. Llega un posible comprador y pregunta por el producto y su precio.
-"Tengo punches de toda Centroamérica", le dijo al cliente.
-"¿De veras? ", le contestó el otro.
-"Sí, en esta tengo de Guatemala, en esta otra, de Honduras, en esta de Nicaragua, aquella de Costa Rica y en la pequeña de Panamá. Las tengo tapadas para que no se me escapen, pero se los muestro para que vea lo bonitos que están. "
-"Y en aquella olla destapada, ¿está vacía? " dijo el cliente señalando el recipiente que estaba al fondo
-"No, en esa tengo los punches salvadoreños".
-"¿Y por qué todas las demás ollas las tiene tapadas y la de los salvadoreños no? "
-"Las otras ollas las tengo tapadas porque si las dejo abiertas, en un descuido se me pueden salir los animalitos, pero con los salvadoreños no tengo ese problema. Cuando un punche salvadoreño intenta salirse de la olla, siempre hay otro del fondo que lo jala hacia adentro. "
Anoche estuve escuchando en la radio, el programa "La bohemia" que transmite YSUCA, la estación de la Universidad Centroamericana y recordé la historia de los punches.
Entrevistaban a Rafael Menjívar Ochoa, autor de Tribulaciones y Asteriscos, quien además es director del proyecto de la Casa del Escritor. Lamentablemente sólo pude escuchar los últimos veinte minutos. Lo oí leer algunos de sus poemas, hablar de sus proyectos literarios y de la historia de la "Casa del escritor".
Según lo que recuerdo, el proyecto lleva un poco más de dos años, e inicialmente fue concebido como un sitio de encuentro de literatos, con miras a crear un gremio formal. Otras actividades complementarias serían talleres de escritura para poetas y prosistas, conferencias, etcétera. La gran mayoría de escritores reconocidos alabó el proyecto cuando sólo era una idea. Cuando arrancó, pues muy pocos de los que habían ofrecido a apoyarlo acudieron al nuevo espacio. Y otros, los menos, aportaron al crecimiento del proyecto. Eso es normal con toda empresa. En vista que la idea original no caminó, pues se han dedicado a fomentar los talleres de escritura, para formar a nuevos y jóvenes valores.
Lo siguiente que sucedió fue el surgimiento de críticas provenientes de personas que ni siquiera se han molestado en acercarse y conocer un poco el proyecto. Eso también es usual, pero no deja de molestarme.
No conozco la realidad de otros países, pero en este el arte está fuera de la carretera del "progreso". El partido en el gobierno durante los últimos 16 años le apuesta muy poco al fomento cultural. Hay avances, pero son escasos, aislados en tiempo y espacio. Esto puedo entenderlo porque al modelo económico sólo le interesa lo que se vuelve rentable desde el punto de vista monetario.
Lo que no logro comprender es la poca cohesión que tienen los artistas salvadoreños entre sí. Y esto me consta en especial de algunos pintores, escritores y músicos. Hay una frase que dice que una costurera no encuentra puntada buena en vestido hecho por manos ajenas. De esto me parece que muchos de nuestros artistas abusan.
- Un músico va al concierto de otro, muchas veces no es para alabarlo, sino para capturar errores, disonancias, mala calidad de sonido, etc. ("El bajo anduvo perdido la mitad del concierto")
- El actor de teatro no va a presentaciones en donde él no participe, ("el director de la obra puede pensar que sólo voy para criticar o a robar ideas")
- Un artista no se une a determinado proyecto sin antes saber que "línea política" lo apoya. Así, los escritores de izquierda nunca irán a un recital de un poeta de que no es de la misma ala ideológica dentro del partido y mucho menos a uno organizado por la derecha.
- Otro músico califica de equivocado determinado proyecto de rescate cultural o folklórico, sólo porque no sigue lo que él piensa que es lo "correcto que debe de hacerse"
Además, sé que la mayoría de seres humanos actuamos así, pero esperaba que los artistas salvadoreños fueran distintos, por ser sensibles, por ser especialistas en el humanismo y sobre todo porque conocen el medio agreste en donde les toca sobrevivir y producir su arte. Pero en esto parece que se comportan como cualquier hijo de vecino, o como los punches de la historia
Ahora bien, no todos los artistas siguen ese patrón. Sé que hay un grupo de poetas que recaudan plata y la ponen en común, esperando su turno para financiar entre todas/os sus propias publicaciones. Además hay grupos como la fundación Alkimia, que busca ser un espacio para los poetas o el caso arriba citado, la "Casa del escritor".
Por último, deseo felicitar a Rafael en su esfuerzo de crear los talleres literarios. Además, le aviso que llegaré a visitarlo un fin de semana, en un futuro muy cercano.
Gracias, Aldebarán.
ResponderBorrarAhora que leo tu blog, pienso en algo: la cantidad de energía que se necesita para la envidia, el odio y esas cosas. Es mucho mayor que la necesaria para platicar con los amigos y pasársela divertido, y sin duda menos beneficiosa que la necesaria para escribir.
Lo que importa es hacer cosas y, en efecto, divertirse mientras uno las hace.
Y por favor llega a La Casa. El taller funciona especialmente los sábados y domingos, de 2:30 en adelante. Los sábados en general llegan los prosistas y los domingos los poetas (que son más, en proporción de 2 a 1).
Saludos,
Rafael.