20.2.05

Medicina para sanar interiormente (I)

Como resultado de la semana pasada, que casi puedo adjetivar como patética, busqué medios para remontar las nubes de tristeza que se cernieron entre oreja y oreja (parafraseando a Silvio R). Y en ese meditar caí en la cuenta de algo.

De todos los personajes de la serie X-Men (Patrulla X , Hombres X) me llama la atención Wolverine (Lobezno, Guepardo) por su fuerte personalidad, su garras de adamantium y por su mutante capacidad inmunológica, que es capaz de sanarlo en pocos minutos de casi cualquier dolencia. Sin embargo, su excelente salud física tiene su contraparte en la fragilidad de la psíquica, tan manipulada, borrada y reconstruida.

Y es que en la cultura inglesa no existe lo que en la española: el famosísimo bálsamo de Fierabrás. Si Wolverine fuera capaz de crear un ungüento que no curara el cuerpo, sino la mente y los sentimientos, y se lo aplicara, pues se habría curado para siempre de su mal.

Pensándolo bien, quizá le mande la solución a Stan Lee para que lo incluya dentro de la saga. Eso sí, ¡que me reconozca la idea y así pueda percibir royalties por ella! Ji ji ji ji

Si eso le podría funcionar a Wolverine, ¿por qué no habría de hacerlo conmigo? Y aquí paso al terreno más personal. ¿Cuáles serían los ingredientes de este poderoso bálsamo? ¿Qué forma toma el remedio? ¿Cuáles son las que a mi me funcionan? Si lo supiera, la próxima vez que estuviera triste, sólo tendría que caminar hacia la "alacena" y usar alguna formulación y, presto, el desánimo me abandonaría. Me imagino que, dada la unicidad de cada habitante de esta roca espacial que llamamos Tierra, cada una de las personas tienen su propia fórmula. Habrán cosas que puedan resultar comunes, pero otros no lo serán.

El bálsamo, se me ocurre puede tomar diferentes fórmulas, formas o cantidades. Podría ser una melodía, una canción (la del grupo Mago de Oz es una posibilidad), comida… Posiblemente tampoco cure para siempre los males del alma, pero sí lo suficiente para dejarnos vivir en paz.

No, no me refiero tampoco a que el bálsamo tome forma de heroína o crack y que todas las personas se vuelvan bálsamo-dependientes. No, el ungüento debe tomar formas simples, pero sanadoras y no debe causar adicción. El bálsamo ayuda a enfrentar la Realidad, no nos debe de alejar de ella.

No puedo contestar en este momento cuales son las concreciones de este poderoso remedio para mí. Quizá en el próximo artículo los pueda poner por escrito y compartirlo en ese espacio virtual.

Mientras tanto, si alguien lee todo este febril artículo, pues la/lo invitaría a hacer su propia lista y que la compare con la mía.


Continuará...

3 comentarios:

  1. Mmmm, me olvidé de lo del libro. Desgraciadamente, no he leído el que tú comentas, aunque un amigo me ha hablado muy bien de ambos. De hecho, lo compré por eso, porque él me mandó un mail sobre ambos. Lo bueno de El libro negro... es que empieza explicando muchos de los factores destructivos de las empresas globales para la economía a largo plazo. Y aclarando muchas verdades interesantes sobre explotación, deslocalización, etc.

    En fin, sobre Lobezno... Decir que veo que está mal traducido a ambos lados del océano, pues la verdad es que el animal en cuestión es un Perezoso. Pero, claro, no convencería ese nombre, supongo. También es uno de mis personajes preferidos. Tormenta es otro.

    Yo ya tengo algo parecido a un bálsamo. Bueno, dos: el prozac, por prescripción facultativa, y los libros, por que sí.

    A veces, dejar de sentir es una bendición.

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  2. Zirbêth:
    No estoy seguro si es un perezoso. Encontré esto en un blog, por si te interesa: Wolverine (El enlace está en inglés)
    Saludos

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  3. Seré furra. Se trata de un glotón. Los pecados capitales, que me despistan...

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