Han pasado tres años desde el atentado en Madrid. El asombro puede haber desaparecido; sin embargo, la ausencia de las víctimas es un vacío que nunca será llenado. Nada sustituye a un ser humano. Nada ni nadie.
Para mí, sigue siendo válido lo que escribí el año pasado y el anterior a ese.
No sé si hemos olvidado los sentimientos que tuvimos al enterarnos de todo lo que sucedió. Yo quiero creer que no, pues eso nos dará fuerzas para evitar las divisiones, los pleitos políticos y concentrarnos en lo que realmente importa: mantener nuestra Humanidad a flote, sin importar que la violencia terrorista intente hundirla día a día.
Categoría: Reflexiones, Violencia, 11-M
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