2.5.06

Los brigadistas de Chernóbil


Imaginemos que somos reservistas del ejército, que nos llaman a servicio activo, para ejecutar tareas de limpieza luego de un desastre.

Nos presentamos y nos damos cuenta que somos parte de una brigada muy grande, de varios miles de personas. Cuando nos informan los detalles de nuestra misión, nos damos cuenta que nos han elegido para ayudar a la madre patria en una tareas sin precedentes. Debemos limpiar los restos de la explosión del peor desastre nuclear de la historia: los restos del reactor nuclear de Chernóbil.

Este pasado domingo vi en el cable el programa sobre los brigadistas que se encagaron de limpiar los escombros radioactivos del techo del edificio que albergaba el reactor nuclear que falló en Chernóbil. Protegidos por láminas de plomo como armaduras sobre sus ropas y su cabeza, lentes para evitar las radiaciones beta, guantes y un casco de plástico, los brigadistas sólo podían trabajar un máximo de cuarenta y cinco segundos sobre el techo del edificio antes que la dosis de radiación absorbida por sus cuerpos se volviera letal.

Fueron medio millón de hombres los que trabajaron por un espacio de siete meses limpiando los escombros y armando el sarcófago que actualmente encierra el reactor. Todos han sufrido las consecuencias de la exposición a la radioactividad. Muchos de ellos, doscientos mil, están oficialmente declarados como inválidos por el ejército ruso.

El programa mostró los resultados que tuvo la exposción a la radiación en los vecinos de la zona la contaminación, a pesar que se ha decretado una zona de exclusión de un radio de varios kilómetros alrededor del reactor. En esta zona, la contaminación ha penetrado veinte centímetros en el suelo. Es decir que para limpiar ese perímetro, es necesario remover veinte centímetros de suelo en toda esa área y almacenarla en contenedores especiales. Todo ese envenenamiento puedo ser menor si el nacionalismo soviético no hubiera estorbado en el momento de pedir ayuda internacional para el manejo del desastre.

En comparación con esta tragedia, resulta que uno solo de los más poderosos misiles nucleares rusos tiene mayor cantidad de material nuclear que el del reactor de Chernóbil. Y hay más de doscientos misiles de ese tipo. ¿Se imaginan la contaminación radioactiva que sufriríamos si uno solo de ellos explotara?

La historia de los reservistas sobrevivientes es triste. Sufren de diversos males, llevando en su cuerpo durante el resto de su existencia los resultados del envenenamiento sufrido en esos pocos meses.

¿Quién de nosotros sería capaz de asumir este tipo de labores por su país, por el planeta, por las generaciones futuras?

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2 comentarios:

  1. Anónimo3/5/06 21:49

    Yo también vi el documental y quedé impresionadísima porque había un montón de información que yo desconocía, como la amenaza de la segunda explosión (que hubiera dejado inhabitable Europa) y que la nube radiactiva llegó a afectar a gente hasta en Francia y el Norte de Italia.
    Da miedo.

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  2. Hemos liberado al genio de la lámpara y no sabemos como volverlo a encerrar en ella.

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