El post del domingo sobre la obra de teatro "Lisístrata" me recordó una idea que sostiene Virginia Woolf en su obra "Una habitación propia" en donde nos comenta lo contradictoria que era la sociedad ateniense de la época de oro con las mujeres. En la vida cotidiana estaban relegadas a las tareas domésticas, pero en el mundo literario, dieron nombre y protagonizaron muchas tragedias y comedias, movilizaron pueblos, mataron a sus padres, hablaban en público, etc. Mejor les cito directamente a la escritora inglesa
El profesor Trevelyan no dice más que la verdad cuando observa que las mujeres de las obras de Shakespeare no parecen carecer de personalidad ni de carácter. No siendo historiador, quizá podría ir uno más lejos y decir que las mujeres han ardido como faros en las obras de todos los poetas desde el principio de los tiempos: Clitemnestra, Antígona, Cleopatra, Lady Macbeth, Fedra, Gessida, Rosalinda, Desdémona, la duquesa de Malfi entre los dramaturgos; luego, entre los prosistas, Millamant, Clarisa, Becky Sharp, Ana Karenina, Emma Bovary, Madame de Guermantes. Los nombre acuden en tropel a mi mente y no evocan mujeres que «carecían de personalidad o carácter». En realidad, si la mujer no hubiera existido más que en las obras escritas por los hombres, se la imaginaría uno como una persona importantísima; polifacética: heroica y mezquina, espléndida y sórdida, infinitamente hermosa y horrible a más no poder, tan grande como el hombre, más según algunos (1). Pero esta es la mujer en la literatura. En la realidad, como señala el profesor Trevelyan, la encerraban bajo llave, le pegaban y la zarandeaban por la habitación.
(1) «Sigue constituyendo un hecho extraño y casi inexplicable que en la ciudad de Atenas, donde las mujeres llevaban una vida casi tan reducida como en Oriente, de odaliscas o esclavas, el teatro haya producido personajes como Clitemnestra y Casandra, Atosa y Antígona, Fedra y Medea y todas las demás heroínas que dominan todas las obras del "misógino" Eurípides. Pero la paradoja de ese mundo, donde en la vida real una mujer respetable casi no podía mostrarse por la calle y en cambio en las tablas la mujer igualaba o incluso sobrepasaba al hombre, nunca ha sido explicada de modo satisfactorio. En las tragedias modernas encontramos la misma predominancia. En todo caso, basta un estudio rápido de la obra de Shakespeare (también es el caso de Webster, aunque no el de Marlowe o Jonson) para advertir que persiste esta predominancia desde Rosalinda hasta Lady Macbeth. Lo mismo ocurre con el teatro de Racine; seis de sus tragedias llevan el nombre de sus heroínas; y ¿qué personajes masculinos de su teatro podemos comparar con Hermiona, Andrómaca, Berenice, Roxana, Fedra y Atalía? Igual pasa con Ibsen; ¿qué hombres podemos poner al lado de Solveig y Nora, Hedda e Hilda Wangel y Rebeca West? F. L. Lucas, Tragedy, pags. 114-15»
Virginia Woolf "Una habitación propia", Editorial Seix Barral. Traducción del inglés por Laura Pujol.
Interesante la idea ¿o no?
Categoría: Literatura, Woolf, Reflexiones,
La Woolf, la falta que nos hace...
ResponderBorrarYo es que tengo una duda: ¿son de verdad personajes femeninos, o tan solo se trata de nombres femeninos con personalidades de hombre? Es decir, una proyección de lo que esos hombres pretendían eran las mujeres que debían ser admirables y veneradas, pero nada que ver con la realidad...
ResponderBorrarEn cualquier caso, pasa algo parecido con los personajes masculinos de la literatura, donde casi siempre encontramos esos hombres que no conseguiremos hayar jamás en el mundo real.
Delirante literatura...
Don O:
ResponderBorrarsí, nos hace falta, al igual que Borges y Cortázar.
Éowyn:
No sé que pensar de lo que planteas. ¿personalidades masculinas dizfrazadas de nombres de mujeres? ummm
Se me ocurre que simplemente son personas, que reaccionan ante determinadas situaciones. Y algunas de esas reacciones son simplemente humanas.
Volviendo al caso de Lisístrata, es una persona que ya está cansada de la guerra y que opta por actuar en contra de ella. Los métodos y discurso, pues fueron femeninos, por el sexo del personaje
En cuanto a los personajes masculinos, comparto lo que dices. Son demasiado ideales. Pero también recuerda que la literatura ha creado seres terribles como Moriarty, el Sr. Hyde o Gollum, recordando únicamente autores de habla inglesa.
¡Delirante y embriagante literatura!