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La última palabra
Yan Huanyi era la última china que hablaba el nushu, un idioma exclusivo de mujeres. Acaba de morir.
Por Marta Dillon
Yang Huanyi había aprendido el nushu –idioma de las mujeres– de siete ancianas que antes lo habían recibido, cada una, de siete más. En esos caracteres estilizados Yang Huanyi, de quien no sabremos nunca la edad porque sólo la decía en nushu, había preparado la misiva del tercer día, la que las madres entregan a las hijas como deseo de felicidad para sus días de casadas. Pero ni las hijas ni las nietas entendieron el valor de su secreto, si ellas iban a la escuela igual que cualquier varón y poco les importó la desesperación de la abuela que tuvo que entregar a los otros –esos que todavía no pueden descifrarlos– los poemas, los consejos, hasta las pequeñas venganzas que sin duda se cobraban las mujeres que entre ellas decían lo que querían porque para ellas era la lengua que habían creado.
¿Qué cosas habrán perdido para siempre? ¿Qué saberes habrán muerto con la última mujer dueña absoluta de su lengua? Dicen que hay un hombre a quien Yang Huanyi se confió cuando nadie más quería escuchar las reglas de su secreto. Y este hombre dice que podría hablar en esa lengua, claro que no tiene con quién y entonces no sabremos si es verdad que puede. Si es verdad que aprendió algo porque nunca se comunicó con nadie en esa lengua y tampoco está dispuesto a hacer diccionario alguno, y de hecho ni siquiera puede decir cuántos años tenía Yang cuando se llevó con ella la lengua de sus mayores. No sabremos lo que vio o escuchó ese hombre, aunque seguro no es lo mismo que aprendió Yang de las siete ancianas que la educaron, porque en el momento en que él pronunció la primera palabra, si es que lo hizo, la lengua de las mujeres dejó de serlo y lo que él tenga para decir, en definitiva, será cosa de hombres.
Tomado de www.pagina12.com.ar, en la sección Radar, del 27 de septiembre de 2004
El artículo deja mucho en qué pensar. Es lamentable perder un elemento difusor de cultura como lo es un idioma. ¡Todo el esfuerzo perdido en la creación y comunicación del mismo!
Encontré, por casualidad un poema que podría aplicarse a esto.
Y si después de tántas palabras...
César Vallejo
(Fragmento)
¡Y si después de tántas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
Ojalá no se diga lo mismo, dentro de cincuenta años, de nuestro nahuat.
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