La semana pasada fue tan pesada y tan rara que merece ser comentada.
Para establecer el telón de fondo, el jueves antepasado la Asamblea Legislativa aprobó una ley antipandillas que penaliza la pertenencia a estos grupos, así como la existencia de las mismas. Aparecen en dos lugares del país varios barriles llenos de dinero en efectivo que contabilizan más de catorce millones de dólares supuestamente resultado de actividades ilegales de narcotráfico. Sumémosle a eso que el Presidente estuvo fuera del país, provocando, para mí, una de esas situaciones de “cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta. ”
La fiesta ratonera comenzó el lunes, cuando algunas gremiales de los transportistas de buses y microbuses anunciaron para el día martes un paro técnico causado por la falta de incentivos de parte del gobierno (ausencia de incrementos en las tarifas a los usuarios o al subsidio gubernamental)
De repente, las dos principales pandillas (que no pueden convivir en un mismo espacio sin intentar agredirse) acuerdan y establecen un paro de transporte que comenzaría el martes y duraría 72 horas. A nivel de rumores, en la occidental ciudad de Santa Ana, las pandillas amenazaron con represalias a los comercios que abrieran en el mercado municipal, todo esto como reacción a la aprobación de la ley anti-pandillas.
Todo esto causó que por tres días la mayoría de las actividades comerciales en el área metropolitana de San Salvador terminaran a las 4 de la tarde, que muchas personas caminaran muchas calles para abordar el transporte de emergencia organizado por el gobierno o el informal que surgió para paliar el problema.
Además, hemos visto en la televisión a representantes de cada una de las pandillas leyendo el mismo comunicado en donde se disculpaban con la población por el paro de transporte y se presentaban como luchadores en favor de la población. Esto causó reacciones de rechazo de parte de muchas personas (y me incluyo en ellas), pues luego de causar tantas muertes violentas y atroces, ahora se presentan como defensores de los pobres. Llamativo es que los pandilleros aparecen ante las cámaras leyendo con buena dicción un comunicado sin mayores errores de sintaxis, todos disfrazados con gorros idénticos o con ropas casi iguales. Además, también apareció un sacerdote católico leyendo el comunicado y muchos medios lo califican como el “vocero de las pandillas” y aparecieron hojas volantes en el principal centro comercial de San Salvador, supuestamente firmadas por las pandillas.
No dejo de pensar en lo sincronizado de todas las acciones, de cómo el rumor y el miedo llega a ser tan poderoso que entorpece laboralmente al país. No lo paraliza, pues las personas buscaron medios para llegar a sus trabajos, no importando si llegaban tarde o se retiraban temprano.
Me parece importante algunas acciones del gobierno, proporcionando transporte con los vehículos gubernamentales (del ejército, de los diferentes ministerios) entre las zonas más pobladas y los principales centros laborables. Colocar a policías en las paradas de autobuses y en muchas de las unidades en circulación me parece que fue una buena medida.
Lo que me parece un fallo garrafal fue la débil presencia de los funcionarios de gobierno en los medios de comunicación el día lunes y martes pasados. No los vi ni los oí desmintiendo el comunicado de las pandillas. No demostraron que era un rumor y automáticamente lo convirtieron en realidad. Si bien las acciones paliativas fueron buenas, no pudieron evitar que el paro se llevara a cabo.
Durante las guerra civil de la década de 1980, la entonces guerrilla anunciaba los paros de transporte en el oriente del país. La población no creía en esos paros a menos que fueran confirmados por una estación radial en particular, que (supongo) tenía acceso a fuentes dentro del movimiento guerrillero y que certificaba que el paro era “oficial” en su fecha de inicio y en la de su finalización. Esto reducía drásticamente los rumores y daba más peso a las acciones guerrilleras. Esto no sucedió en esta ocasión, lo cual propagó con virulencia el rumor.
Ignoro quién comenzó el paro, si fueron los empresarios azuzados por las pandillas, si estas se aprovecharon de la acción de los transportistas, si realmente fueron las pandillas que organizaron todo o cuál es el papel que jugó el narcotráfico en todo esto.
Me parece que tanto la población, el gobierno y los medios de comunicación debemos prepararnos para otro evento de este tipo, mejorando nuestra repuesta, preparando canales de comunicación efectivos con los grupos pandilleros, luchando contra ellos a través de acciones de inteligencia policial y sobre todo buscando nulificar de esos rumores paralizantes.
Notas relacionadas
La noticia sobre el sacerdote católico en LPG. No entiendo porqué se la da tanto peso a su origen español, si ya es salvadoreño por naturalización.
Una nota de Santiago Vásquez sobre la Ley Antipandillas. Muy interesante
Para establecer el telón de fondo, el jueves antepasado la Asamblea Legislativa aprobó una ley antipandillas que penaliza la pertenencia a estos grupos, así como la existencia de las mismas. Aparecen en dos lugares del país varios barriles llenos de dinero en efectivo que contabilizan más de catorce millones de dólares supuestamente resultado de actividades ilegales de narcotráfico. Sumémosle a eso que el Presidente estuvo fuera del país, provocando, para mí, una de esas situaciones de “cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta. ”
La fiesta ratonera comenzó el lunes, cuando algunas gremiales de los transportistas de buses y microbuses anunciaron para el día martes un paro técnico causado por la falta de incentivos de parte del gobierno (ausencia de incrementos en las tarifas a los usuarios o al subsidio gubernamental)
De repente, las dos principales pandillas (que no pueden convivir en un mismo espacio sin intentar agredirse) acuerdan y establecen un paro de transporte que comenzaría el martes y duraría 72 horas. A nivel de rumores, en la occidental ciudad de Santa Ana, las pandillas amenazaron con represalias a los comercios que abrieran en el mercado municipal, todo esto como reacción a la aprobación de la ley anti-pandillas.
Todo esto causó que por tres días la mayoría de las actividades comerciales en el área metropolitana de San Salvador terminaran a las 4 de la tarde, que muchas personas caminaran muchas calles para abordar el transporte de emergencia organizado por el gobierno o el informal que surgió para paliar el problema.
Además, hemos visto en la televisión a representantes de cada una de las pandillas leyendo el mismo comunicado en donde se disculpaban con la población por el paro de transporte y se presentaban como luchadores en favor de la población. Esto causó reacciones de rechazo de parte de muchas personas (y me incluyo en ellas), pues luego de causar tantas muertes violentas y atroces, ahora se presentan como defensores de los pobres. Llamativo es que los pandilleros aparecen ante las cámaras leyendo con buena dicción un comunicado sin mayores errores de sintaxis, todos disfrazados con gorros idénticos o con ropas casi iguales. Además, también apareció un sacerdote católico leyendo el comunicado y muchos medios lo califican como el “vocero de las pandillas” y aparecieron hojas volantes en el principal centro comercial de San Salvador, supuestamente firmadas por las pandillas.
No dejo de pensar en lo sincronizado de todas las acciones, de cómo el rumor y el miedo llega a ser tan poderoso que entorpece laboralmente al país. No lo paraliza, pues las personas buscaron medios para llegar a sus trabajos, no importando si llegaban tarde o se retiraban temprano.
Me parece importante algunas acciones del gobierno, proporcionando transporte con los vehículos gubernamentales (del ejército, de los diferentes ministerios) entre las zonas más pobladas y los principales centros laborables. Colocar a policías en las paradas de autobuses y en muchas de las unidades en circulación me parece que fue una buena medida.
Lo que me parece un fallo garrafal fue la débil presencia de los funcionarios de gobierno en los medios de comunicación el día lunes y martes pasados. No los vi ni los oí desmintiendo el comunicado de las pandillas. No demostraron que era un rumor y automáticamente lo convirtieron en realidad. Si bien las acciones paliativas fueron buenas, no pudieron evitar que el paro se llevara a cabo.
Durante las guerra civil de la década de 1980, la entonces guerrilla anunciaba los paros de transporte en el oriente del país. La población no creía en esos paros a menos que fueran confirmados por una estación radial en particular, que (supongo) tenía acceso a fuentes dentro del movimiento guerrillero y que certificaba que el paro era “oficial” en su fecha de inicio y en la de su finalización. Esto reducía drásticamente los rumores y daba más peso a las acciones guerrilleras. Esto no sucedió en esta ocasión, lo cual propagó con virulencia el rumor.
Ignoro quién comenzó el paro, si fueron los empresarios azuzados por las pandillas, si estas se aprovecharon de la acción de los transportistas, si realmente fueron las pandillas que organizaron todo o cuál es el papel que jugó el narcotráfico en todo esto.
Me parece que tanto la población, el gobierno y los medios de comunicación debemos prepararnos para otro evento de este tipo, mejorando nuestra repuesta, preparando canales de comunicación efectivos con los grupos pandilleros, luchando contra ellos a través de acciones de inteligencia policial y sobre todo buscando nulificar de esos rumores paralizantes.
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La noticia sobre el sacerdote católico en LPG. No entiendo porqué se la da tanto peso a su origen español, si ya es salvadoreño por naturalización.
Una nota de Santiago Vásquez sobre la Ley Antipandillas. Muy interesante
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