Revisando los otros títulos del sitio de CiJ, me encuentro con el número 146, Educar sin Instruir, escrito por Cristòfol-A. Trepat i Carbonell.
Cito sólo los primeros párrafos
1. EDUCAR E INSTRUIR
Propongo la tesis según la cual la primera y la más esencial función de la escuela es la instrucción. A su vez, pero en un segundo lugar de la jerarquía del análisis, la tesis según la cual la escuela tiene como misión contribuir a la educación del alumnado. Entiendo por "instrucción" el diseño, la realización y la evaluación de actividades de aprendizaje, efectuados por uno o más profesores o profesoras de forma ordenada según un método y para la obtención de ciertos objetivos didácticos con un grupo de alumnos. Por "educación" entiendo, en cambio, el conjunto de acciones y de ejemplos mediante los cuales los adultos se proponen alcanzar el pleno desarrollo de la personalidad de los jóvenes para integrarlos en la cultura adulta. En un sentido más estricto y quizás más restrictivo, en este cuaderno me centraré, dentro del concepto de "educación", en el proceso social a través del cual la futura ciudadanía se socializa, conoce los valores y progresivamente los va interiorizando, de tal modo que la descripción de los mismos se pueda describir y observar no solamente en sus declaraciones sino también en sus actitudes
Creo que el rol principal del profesorado en la escuela básicamente consiste en la instrucción. En la escuela se aprende fundamentalmente todo aquello que no se aprende en casa, en la televisión o en la calle. Fuera de la institución escolar, ordinariamente nadie aprende a leer, a escribir, a resolver ecuaciones, a reconocer el nombre de las notas en el pentagrama en clave de sol, a clasificar los minerales o a establecer la fórmula química del agua. La obtención de estos conocimientos es misión exclusiva de la escuela. En cambio, la educación es una responsabilidad social. También de la escuela, pero no únicamente de ella. El niño y la niña tienen que aprender a dar gracias, a comer con la boca cerrada, a lavarse las manos antes de comer, etc., en el seno de la familia.La escuela, ciertamente, colabora en todos estos aprendizajes pero con ciertos límites que a veces resultan infranqueables. Ciertamente la instrucción forma parte de la educación. Aunque la instrucción focaliza el esfuerzo en el mensaje, su fin último es la educación.
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Sin embargo, la cuestión fundamental es que la educación depende de la sociedad, es decir, fundamentalmente del entorno familiar, de los canales simbólicos de transmisión de valores -la televisión, los medios audiovisuales, los juegos de ordenador, etc.- y la pandilla de amigos y amigas con la que los jóvenes se sienten identificados. Aun así, solamente en un cuarto lugar la escuela puede colaborar en la construcción de valores.
Me trae a la mente la queja que oí hace años de un funcionario del Ministerio de Educación, quien decía que muchas personas opinaban "...el Ministerio de Educación debe incluir este tema en los planes de estudio..." refiriéndose a temas tan diversos como educación vial, música de Pancho Lara, Alberto Masferrer, el idioma nahuat, reciclaje, moral y buenas costumbres, VIH-SIDA, folklore o manejo de desastres. Según el funcionario, esto conducía a que los planes de estudio de educación básica estuvieran salpicados de muchos temas sin una aparente conexión entre sí.
Pienso que en parte tenía razón: algunas veces se incluyen temas que no son "instructivos" sino mas bien "educativos" (usando los términos de Trepat) Cosas que pueden aprenderse en el hogar, son trasladadas como temas de una materia en la escuela. Y si tomamos en cuenta que la escuela tiene un lugar más bajo en la escala de influencia, pues resulta que la cosa se aprende mal.
En mi opinión hay tópicos que necesitan ser inculcados por la familia: manejo del dinero, sexualidad, cooperación en las tareas de la casa, buenos modales en la mesa y muchas otras. Además, debe tenerse mucho cuidado en que la "educación" familiar no eche al traste la "instrucción" escolar. Por ejemplo, en el caso que los padres coloquen a sus hijos en una institución confesional pues les interesa ese tipo de educación en su fe, además de la calidad académica. Resulta que a veces descargan la educación en valores y de fe completamente a la escuela. Los hijos aprenden del profesorado valores morales, religiosos o humanos que nunca se ven fomentados, o muchas veces son contradichos, en la casa.
Tampoco quiero pecar de ingenuo. Incluir todos estos contenidos en las asignaturas en la escuela nos garantiza que no importando las deficiencias que puedan tener los padres (analfabetismo, bajo nivel de educación formal, prejuicios, etc) el alumnado conocerá al menos teóricamente de esos temas.
Al final, creo que ignoramos o prefierimos evadir la importancia de la familia en la educación de la infancia y la adolescencia.
Para quienes estén interesadas, pueden descargar el documento acá (en formato PDF)
Categoría: Reflexiones, Educación
Muy bonito articulo. Sabes, el trabajar en educacion es maravillosos y a la vez mas dificil y desgastante. Yo soy profesora y nunca dejo de serlo, si voy al super siempre siento un abrazo en mi cintura donde una voz me dice "hola miss", a comer siempre me saludan... si voy a un paseo... siempre me encuentro a un niño. Hay muchas cosas buenas que contar, y esas son las que quiero recordar.
ResponderBorrarEstimada UA:
ResponderBorrarYo creo que las buenas docentes lo viven a tiempo completo y no les pesa.
saludos